Porco Rosso

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viernes, 30 de marzo de 2012

PERSÉPOLIS de Vincent Paronnaud y Marjane Satrapi – 2007 – (“Persépolis”)


La pequeña Marjane Satrapi es hija de unos intelectuales progresistas de Irán, un país que, tras la caída del Sha, va a vivir una de las etapas más turbulentas y delirantes de su historia: el vecino Irak va a atacarlo y la represión va a volver de la mano de un nuevo poder que va a superar al anterior en tiranía. Sólo hay un camino para que Marjane pueda desarrollarse como una persona libre: el exilio, por lo que sus padres la envían a estudiar a Austria. Sin embargo, sus raíces nunca van a dejar de llamarla y algún día va a verse obligada a regresar a su tierra… ¿Podrá cambiar algo a su vuelta o el fanatismo y la locura de su opresiva sociedad se la terminará comiendo?


La iraní Marjane Satrapi y el francés Vincent Paronnaud (conocido como Winshluss y por ser el creador del famoso personaje Monsieur Ferraille) han adaptado juntos al cine los cómics de la propia Satrapi "Persépolis" y "Pollo con ciruelas".


“Persépolis” narra la historia personal de la propia Satrapi desde su infancia en su Irán natal hasta su exilio en Francia, en donde actualmente reside, historia que incluye un primer exilio de juventud en Austria y una posterior vuelta a Irán también durante la juventud y hasta alcanzar la edad adulta. Hija de intelectuales progresistas, Satrapi vive, primero como niña y posteriormente como mujer, todos los cambios radicales que vive su país de origen durante la turbulenta última parte del siglo XX, cambios que se presentaron inicialmente en forma de promesas de un futuro de libertad e igualdad (tras la derrota del Sha) y que terminaron por desgracia en una dictadura aún peor que la del derrocado. El espectador visita la mencionada caída del Sha y la también mentada instauración del nuevo régimen pasando por la horrible Guerra entre Irán e Irak, y es testigo de cómo el pueblo iraní es reprimido sin cesar por las fuerzas de poderes integristas y también por las potencias exteriores, que intentan, de una manera u otra, manejar el país o hacerse con él. Satrapi, al igual que en su cómic, narra estos acontecimientos desde su propia visión haciendo gala tanto de un crudo dramatismo como de un delicioso y siempre irónico (y casi siempre brutalmente sulfúrico) sentido del humor e incluso a veces muestra pequeños toques de surrealismo (impagables las conversaciones simultáneas de la protagonista con Dios y con Marx).


“Persépolis” habla de los sueños perdidos, de la infancia destrozada, de los horrores de las guerras, de la lucha por la libertad, de la represión y del terrorismo de estado, de la manipulación por medio de la religión, del heroísmo de los que intentan nadar contra corriente y, sobre todo, de la asfixia a la que condenan las tradiciones absurdas a la autora y a los jóvenes de su tierra y, especialmente, a las mujeres, vistas como seres inferiores a los hombres y obligadas a esconder su cuerpo, a estudiar y trabajar en peores condiciones y a someterse a ellos en todos los aspectos. Incluye además “Persépolis” una visión de Europa desde el punto de vista de una oriental tremendamente personal (la que sólo puede dar una joven exiliada casi por la fuerza) que lanza sagaces críticas dirigidas hacia el nihilismo reinante en estas tierras (que tuvo uno de sus grandes apogeos en los años ochenta con la eclosión del movimiento punk) y a la tremenda deshumanización del mundo consumista moderno que entonces no había llegado a Irán en todo su esplendor (a Satrapi le sorprende la soledad en la que se encuentran muchos europeos). “Persépolis”, película de animación de corte clásico que calca el estilo naif y preciso del cómic en el que se basa, es una obra maestra, una pequeña joyita que conmueve, indigna y enseña y que abre puertas entre distintas culturas sin dejar de cuestionar a ambas ajeándose de todo maniqueísmo. No se la pierdan: es una verdadera maravilla en todos los aspectos.

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