Porco Rosso

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lunes, 11 de septiembre de 2017

UN MUNDO PERFECTO de Clint Eastwood - 1993 - ("A perfect world")


Texas, 1963. Robert "Butch" Haynes es un preso que escapa de la cárcel junto a su compañero Jerry y que, en su huida, se ve obligado a raptar a Philip, un niño de una comunidad rural de Testigos de Jehová. Red Garnett es un ranger de la zona que, junto a la criminóloga Sally Gerber, comienza a perseguirlo. Pronto, el caso se convierte en uno de los más famosos de los medios de comunicación. Y pronto también la figura de Robert empieza a surgir como realmente es...


A partir de la inmensa "Sin perdón" (aunque realmente comenzó mucho antes) Clint Eastwood llegaría a nuestro año sin caer prácticamente en el patón de ninguna película mala (las habría, pero serían ya pocas, muy pocas). Por si no bastase con haber hecho temblar el western con aquella maravilla mencionada, un año después, en 1993, presentaría otra igualmente soberbia y fascinante: "Un mundo perfecto". Su guión le llegó a Clint cuando todavía "Sin perdón" estaba fresca (en plena escalada a los Oscars) y cuando estaba liado con "En la línea de fuego" (como actor solamente), y ni corto ni perezoso, son su hiperactividad habitual, se lanzó a rodarlo y colocó como protagonista principal de su trama a Kevin Costner, que entonces estaba en la cresta de la ola y que nos regaló uno de sus papeles definitivos como el criminal Robert "Butch" Haynes. La premisa es muy simple: años sesenta, secuestro de niño, ladrón bueno y ladrón malo, policía comprensivo y trama de persecución y viaje iniciático. Es simple pero está maravillosamente llevada, una vez más. "Un mundo perfecto" es una "road movie" crepuscular que habla con lucidez y melancolía de las relaciones entre el mundo infantil y el adulto, de las diferentes concepciones del bien y del mal, de la justicia y la injusticia, de la empatía hasta con los seres más aparentemente despreciables, de la fatalidad, de la falta endémica de oportunidades que trae la mentira del "Sueño Americano" y de una sociedad fuertemente anclada en la violencia. Eastwood, que se reserva otro papel protagónico (y que vuelve a hacerlo de forma magistral), dirige con emotividad, con romanticismo realista, con dureza y con naturalismo incluso un drama de búsqueda de la identidad y de sacrificio inolvidable, con unas relaciones personales y unos diálogos espléndidamente tratadas y un plantel de actores magnífico, amén de una ambientación perfecta con una fotografía preciosa. "Un mundo perfecto" es simpleza magistral en estado puro, línea clara argumental llena de profundidad. No necesita nada más que una trama directa para retratar un mundo de esperanza y redención anclado en reglas del pasado que se evaporan (en este sentido, las reglas del western siguen ahí en parte). Y no dejaré de alabar a ese Kevin Costner inolvidable en el que es uno de sus papeles más increíbles y, curiosamente, no tan recordado como otros algo menores. Clint, eres grande. "Un mundo perfecto": una película perfecta.


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