Porco Rosso

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martes, 16 de enero de 2018

BLACK MIRROR IV de Charlie Brooker - 2017 - ("Black Mirror IV")


Seis historias independientes:

-"USS Callister": El capitán Daly es el líder de la USS Callister, una nave que viaja por el espacio descubriendo nuevos mundos y luchando contra el mal sin descanso. O eso es lo que parece en un principio...

-"Arkangel": Marie está obsesionada con la seguridad  de su hija pequeña, Sara. Cree que el mundo es un lugar peligroso y desearía poder tenerla vigilada a todas horas. Una empresa innovadora le va a ofrecer una forma de tenerla siempre bajo sus ojos...

-"Crocodile": Mia y Rob vuelven de una juerga borrachos y colocados... En coche. Y a causa de su estado, atropellan a un ciclista y lo matan... Y ambos deciden hacer algo terrible.


-"Hang the DJ": Frank y Ami han quedado para cenar por medio de una aplicación que tutoriza sus posibles ligues y relaciones. Cuando se sientan a comer, la aplicación les avisa de que van a tener solamente doce horas para conocerse...

-"Metalhead": En un mundo arrasado, tres individuos viajan en coche, entre las ruinas de la civilización, a un almacén apartado. Buscan algo especial...

-"Black Museum": Nish, de viaje por la Norteamérica profunda, para a cargar su coche en una estación de servicio frente a la que se encuentra un local llamado "Black Museum". Sin nada especial que hacer y animada por Rolo, el propietario, Nish entra en sala de exposiciones. Allí encuentra un curioso y tétrico espectáculo...


Ha ocurrido lo que temía: "Black Mirror" se ha empezado a repetir descaradamente y se ha quedado anclada en la falta de ideas. Yo no soy nada "hater": si una película o una serie da un pelotazo y el éxito mundial se la come, no deja de gustarme automáticamente y no puteo a sus secuelas sólo por ser sus secuelas. Ahora bien, esta cuarta temporada de la que ha sido una de las producciones de la pequeña pantalla más alucinantes, lúcidas, imaginativas, rompedoras y críticas de las últimas décadas, ya no presenta nuevas ideas y, lo que es peor, sus artífices optan por la repetición a lo bestia y sin ningún tipo de vergüenza. Con todo el dolor de mi corazón, tengo que decir que solamente me ha sorprendido un capítulo de los seis de esta última temporada de "Black Mirror": el segundo. Los otros cinco, o son refritos de conceptos ya vistos en la serie, o son bonitos experimentos, o directamente son auténticos timos. Sí, he dicho timos. Después de todo, parece que las distopías a Charlie Brooker y a su equipo se les han agotado: es cierto que la tecnología avanza a pasos monstruosos y que se están creando unas normas sociales idiotas y hasta peligrosas a causa de ello. Eso nos lo dejaron claro en las tres primeras temporadas de la serie. Pero, una vez exploradas todas las posibilidades que se exploraron en aquellas, no da la cosa para mucho más. En algún momento, el cansancio y la falta de ideas llegan. Es normal, y hay que saber cuándo retirarse y pasar a una nueva historia. Pero como "Black Mirror", poco a poco, se ha convertido en una producción de culto y hoy por hoy directamente arrasa, pues hay que exprimir la naranja creativa sin sentido ni sensibilidad y hacer más y más capítulos salgan como salgan. Es una pena, pero es lo que hay, y que cada uno de ellos esté dirigido por un director o una directora de calidad no consigue salvarlos, lo siento.


Esta cuarta temporada arranca con un episodio gracioso, "USS Callister", que, sin embargo, no deja de ser un refrito de conceptos ya vistos en la serie y, sobre todo, del especial de Navidad de 2014, "White Christmas", del que toma descaradamente la base para darle una vuelta de tuerca poco original y sacarse de la manga una nueva historia con un toque friki que se piensan que va a justificar la poca imaginación y las lagunas de guión bestiales que tiene la trama (con personajes que directamente se teletransportan a terrazas de rascacielos... En fin). Entretenido, pero nada más, y de muy bajo nivel para lo que esta serie nos tiene acostumbrados. El segundo, "Arkangel", por suerte, es mejor, mucho mejor. De hecho, es el único capítulo que es original (no del todo, pero sí un poco) y el que presenta un posible conflicto tecnológico creíble a medio plazo. Es el más emparentado con las primeras temporadas de la serie, el que describe un mundo creíble, cercano al nuestro, en el que una aplicación malévola sienta la terrible diferencia. Muy bien.


Pasamos a "Crocodile", que tiene buenas ideas y que desarrolla bien su historia, aunque el ritmo le falla y tiene algunas lagunas de guión bastante evidentes que ponen a los personajes de idiotas para arriba. Buena alegoría moral, pero el concepto del tratamiento de los recuerdos estamos hartos de verlo en la serie. "Hang the DJ", el cuarto episodio de la temporada, me parece directamente indignante. Volvemos a coger cosas de episodios pasados, valga la redundancia, y las remezclamos en una metáfora facilona y simple que no es propia de una serie que siempre se había caracterizado por escapar de lo esperable y de lo sencillo. Muy mal. Fatal. Algo parecido sucede con "Metalhead", el siguiente segmento, que es muy bonito y que está rodado en un blanco y negro precioso y que tiene unas escenas de acción fantásticas, pero que cae de nuevo en la alegoría facilona y que no dibuja un escenario de ningún tipo, un error que la serie siempre se ha encargado de esquivar con limpieza. Es un buen capítulo en lo técnico, pero muy decepcionante en lo argumental.


Terminamos "Black Mirror IV" con "Black Museum", que tiene algunos momentos buenos y otros no tan buenos. Su condición de nuevo refrito de conceptos ya vistos en la serie, a estas alturas, llega a molestar, pero de verdad. Y para intentar salvar la papeleta, el propio capítulo es plenamente consciente de ser un refrito integrador y lleno de homenajes autoreferenciales. Vale, ok, pero la capacidad de sorpresa no existe, y esta serie siempre ha sido una sorpresa constante. Se puede ver bien, con agrado, pero no es nada original y dice bastante poco, y algunas de las historias secundarias que contiene son flojas, pero flojas de verdad. En fin, tristemente, esta serie está a punto de morir artísticamente de éxito. No sé si habrá nueva temporada (imagino que sí, no van a soltar a la gallina de los huevos de oro así como así), pero si la hay y no se innova, será ya definitivamente el truño que firmará la sentencia de muerte de uno de los productos audiovisuales más geniales y proféticos de los últimos años. Siempre, por suerte, nos quedarán sus mejores capítulos.


ESPACIO PARA SPOILERS: Espero que, si finalmente hay una quinta temporada de "Black Mirror" este año o el próximo o cuando toque, dejen de una maldita vez de explotar el rollo de las consciencias duplicadas y los mundos virtuales. Brooker y su equipo se han vuelto ya cansinos con este asunto. Ya abusaron de esto en la temporada de 2016, pero aquí ya es que es directamente de puro órdago: de seis capítulos, tres tienen como base principal este concepto, y además prácticamente calcado de unos a otros. Eso sin contar que hay otros tres de anteriores temporadas que ya también lo trataban. Por favor, innoven, o dejen la serie en su mejor momento. Es lo justo y lo digno. Gracias.


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